jueves, 10 de febrero de 2022

POESÍAS

 

NO ES QUE MUERA DE AMOR

JAIME SABINES

 

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.




SI HUBIERAS SIDO TU

 Elías Nandino


Si hubieras sido tú, lo que en las sombras, anoche,

bajó por la escalera del silencio y se posó a mi lado,

para crear el cauce de acentos en vacío

que, me imagino, será el lenguaje de los muertos.

Si hubieras sido tú, de verdad, la nube sola

que detuvo su viaje debajo de mis sábanas

y se amoldó a mi piel

de una manera leve, brisa, aroma,

casi contacto angelical soñado...

Si hubieras sido tú,

lo que apartando la quietud oscura

se apareció, tal como si fuera tu dibujo

espiritual que quiso convencerme

de que sigues, sin cuerpo, viviendo en la otra vida.

Si hubieras sido tú la voz callada

que se infiltró en la voz de mi conciencia,

buscando incorporarte en la palabra

surgida de tu muerte, por mis labios.

Si hubieras sido tú lo que en mi sueño

descendió como bruma, poco a poco,

y me fue encarcelando

en una vaga túnica de vuelo fallecido...

Si hubieras sido tú la llama

que inquemante pasó por mi desvelo

sin conmover el lago del azoro,

igual que en el espejo se sumerge

la imagen, sin herirle

el límpido frescor de su epidermis.

Si hubieras sido tú...

 

Pero nuestros sentidos

no pueden identificar las ánimas.

Los muertos, si es que vuelven, han perdido

todo lo que pudiera

darnos el goce de reconocerlos.

Quién más pudo venir a visitarme?

Recuerdo que, contigo solamente,

muchas veces hablé de la zozobra

en que el constante asedio de la muerte

nos tiene sepultados,

y hablábamos los dos adivinando,

haciendo conjeturas,

ajustando preguntas, inventando respuestas,

para quedar sumidos en derrota,

muriendo en vida por pensar en muerte.

Ahora tú ya sabes descifrar el misterio

porque estás en su seno, pero yo no sé nada...

En esta incertidumbre secretamente pienso

que si no fuiste tú lo que en las sombras,

anoche,

bajó por la escalera del silencio

y se posó a mi lado,

entonces quizá fue

una visita de mi propia muerte.


POEMA VEINTE

PABLO NERUDA

Poema XX.

 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

 

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y titilan, azules, los astros, a lo lejos.”

 

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

 

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

 

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

 

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

 

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

 

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

 

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

 

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

 

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

 

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

 

Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

 

Pablo Nerudade Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924) 

 


POESÍAS

  NO ES QUE MUERA DE AMOR JAIME SABINES   No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de...